Los talleres superaron su capacidad y el Museo ha sido la casa de la vida y la alegría.
Cada mañana los visitantes sueñan con la magia del cine y en la tarde se mezclan los sonidos de las risas de los niños que están aprendiendo a hacer juguetes con material reciclable, la música del taller de apreciación, el goce de la danza y la alegría de los juegos.
Todo esto unido al olor de las deliciosas preparaciones del taller de cocina, donde los participantes aprenden nuevas formas de llevar a la mesa los platos tradicionales. Una excelente opción en navidad.
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