Contrario a lo que hicieron los ‘tigres asiáticos’, en Colombia se firmaron tratados de libre comercio y luego se pensó en una política industrial. Así lo afirmó el profesor Marco Missaglia de la Universidad Nacional durante la presentación del estudio “Impacto de los TLC en los departamentos de Colombia”.
El 18 de julio de 2013, el ministro de Hacienda y Crédito Público, Mauricio Cárdenas, afirmó: “Durante los últimos 20 años, el enfoque del país ha sido la negociación de tratados de libre comercio, pero se debe cerrar ese ciclo, pues ya está completa la primera fase que nos permite ampliar mercados con más consumidores y más competencia; tenemos que concentrarnos en la política industrial”.
Para el común de la gente, el testimonio pasó inadvertido, pero no para académicos críticos como Marco Missaglia, profesor de la Facultad de Ciencias Económicas, quien detectó una contradicción profunda en esas palabras. En la presentación del estudio, en el marco del seminario que organizó el Centro de Investigaciones para el Desarrollo (CID), el docente explicó cómo las decisiones que toman los gobiernos marcan las rutas de desarrollo de los países y llevan al éxito o al fracaso.
Missaglia manifestó que Colombia hizo la tarea al revés, debido a que se apresuró a firmar tratados con varios países y después se puso a organizar la casa para responder a esos acuerdos. “Lo que planteó el ministro Cárdenas es una idea antidesarrollista; ahí radica parte del problema conceptual de los TLC que ha firmado el país”.
Por el contrario, el milagro de los tigres asiáticos (Corea del Sur, Hong Kong, Singapur y Taiwán) se logró con una apuesta distinta: a la vez que pusieron en marcha una política industrial a gran escala, planificaron una política comercial para firmar los TLC.
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