El sistema de captación de agua lluvia para la atención de incendios, diseñado en la Universidad Nacional, Sede Manizales, reduciría en un 85 % el uso de agua potable en una estación de bomberos.
Así lo concluyó Jhon Elkin Sossa, estudiante de Ingeniería Electrónica de la U.N. Sede Manizales, quien desarrolló esta iniciativa en el Cuerpo de Bomberos Voluntarios de Chinchiná (Caldas), como proyecto de investigación dentro de su pregrado.
“El objetivo es captar el agua lluvia a través del techo, conducirla por los bajantes y canales, para posteriormente llevarla al tanque de reserva”, explica el estudiante, quien añade que dicho tanque debe estar bajo tierra para que no se exponga al sol ni se contamine con polvo o algas, ya que esto puede generar la llegada de zancudos y mosquitos portadores de enfermedades como chikunguña.
Una de las ventajas del diseño propuesto es que cuando el municipio se encuentre en temporada de sequía y el tanque de reserva no esté abastecido en su totalidad, el sistema tiene la opción de cambiar automáticamente para llenarlo.
Otro valor adicional del sistema es que ofrece la posibilidad de minimizar el gasto de agua potable que presentan los vehículos de bomberos, ya que estos no son totalmente herméticos y provocan una pérdida del 10 % del líquido cuando se hace el recorrido desde la central hasta el lugar de la emergencia.
Asimismo, el joven destaca que luego de implementar el método, se puede llegar a pensar en crear un sistema de control que permita utilizar el agua lluvia sobrante para lavar vehículos, patios y demás implementos que no ameriten agua potable.
Al realizar su labor, como bombero voluntario en dicho municipio, Sossa visibilizó que en la actualidad se gastan aproximadamente 6.000 galones de agua potable para apagar un solo incendio (dependiendo de su proporción).
En la cotidianidad de un hogar, esa cantidad de galones, correspondiente a 22,8 metros cúbicos (m3) de agua, representa el consumo mensual para la preparación de alimentos, limpieza, aseo y riego de, aproximadamente, tres familias conformadas por tres o cuatro personas.
“Esto se traduce en un gasto desmesurado de un servicio que suple necesidades más básicas, además de los altos costos al pagar por el mismo, como es el caso de Bogotá donde el metro cúbico cuesta 2.210 pesos”, comenta el joven investigador de la U.N.
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